Gracias por hacer que me sienta Garbiñe Muguruza
¿Somos capaces de recordar a aquél maestro que nos emocionó con sus relatos? ¿Cómo despertaba en nosotros la curiosidad? Cierra los ojos. ¿Recuerdas su mirada? Esa sonrisa apenas esbozada que te llenaba de seguridad. Incluso la rabia que hinchó las venas de tu cuello cuando no se conformó con ese trabajo mediocre porque tú podías hacer mucho más, “se va a enterar este pesado”, pensaste. Y después, esa emoción en tu pecho. Eras tú quien leía ahora en voz alta. Era tuyo ese texto que milagrosamente había salido de tu pluma, todavía no te explicas cómo, pero sí, tú eras el autor. Un milagro. Si has tenido la suerte de tener una gran maestra, un gran maestro, sabes de lo que hablo.
Hoy, Felipe Zayas cumple 70 años. Nada menos. Algunos maestros han tenido una influencia decisiva en mi vida. La primera fue mi abuela, una maestra que me enseñó a leer con poemas de García Lorca. Ha habido otros, no muchos. Pero Felipe es singular.
Un buen maestro muestra, acompaña, escucha, conversa y confía.
Recuerdo un día, en un aula de su instituto, el Isabel de Villena, un aula con ordenadores que Felipe había llenado de plantitas para que pareciese un poco suya; un aula llena de chicos y chicas con historias de fracasos académicos, con pelos de colores, claveteados de piercings y sin más expectativas que salir del instituto cuanto antes, en moto trucada a ser posible. Pues bien, allí estaba Felipe. De pie, con un libro entre las manos. Leía a Cernuda. Leía con esos gestos un poco excesivos que le caracterizan, llenando el espacio con su voz. Una de esas chicas lo miraba con la boca entreabierta por la emoción, apoyaba su cabeza medio rapada en la pared y de sus ojos brotó una lágrima teñida de rímel de a euro el bote. Silencio. Felipe estaba mostrando a los grandes. Tampoco pude contener las lágrimas. Después me soltó uno de esos comentarios ocurrentes suyos que siempre te hacen reír, algo parecido a que a todos nos gusta el Cinco Jotas, pero te lo han de dar a probar.
Y eso hacía Felipe en sus clases, dar a probar. Mostrar. Solo que para mostrar hay que conocer. Y Felipe sabe de lo que habla. Lector ávido e infatigable de novela y poesía. Estudioso sobre didáctica de la lengua y la literatura como dice en su cuenta de twitter. Un profesor sabio. Un profesor siempre aprendiendo. Cuántos días levantándose muy tempranito no solo para preparar una conferencia, sino para preparar sus clases, para preparar sus clases otra vez. Después de casi 40 años de docencia. Recuerdo que a Felipe que le quitaba el sueño dar con ese texto o con ese proyecto que enganchase a sus alumnos, que supusiese un reto, que les obligara a hacerse buenas preguntas, que les guiara para a crear a partir de la observación de buenos modelos. Para construir juntos textos con sentido y con propósito. Mostrar cómo escribir a partir de la reflexión acerca de cómo funcionan los textos en según qué ámbitos sociales, en función de unos propósitos determinados. Mostrar, acompañar, confiar. Año tras año. Siempre con la misma intensidad y el mismo cuidado con el que ahora, ya jubilado, acercamos esos proyectos a estudiantes anónimos que siguen el Proyecto Savia de SM. Felipe es un maestro sabio, lo sabemos quienes tenemos la suerte de trabajar a su lado, lo saben quienes conocen sus obras, quienes han escuchado sus conferencias.
Pero quizá lo que mejor se le da a Felipe es conversar. Y es que Felipe sabe escuchar. Escucha preguntando, qué curioso resulta eso hoy en día. Y como escucha, y es sabio y generoso, hace las preguntas pertinentes para que tú desenredes la madeja para tejer de nuevo. Así son los grandes maestros, sacan lo mejor de ti. Felipe saca lo mejor de mí. Me pasa con Felipe lo mismo que cuando disfruto jugando al tenis. En partidos con una pareja inexperta no doy bola, me desanimo, me aburro. Pero cuando juego con alguien que me lanza las bolas para que llegue, me fuerza cuando ve la ocasión, desacelera cuando estoy al límite para volver a presionar y dejar esa pelota, justo ahí, donde sabe que si corro puedo llegar… entonces me siento Garbiñe Muguruza. Así conversa Felipe.
Porque Felipe es un maestro que confía en sus alumnos, que guía y acompaña porque confía, desde lo más profundo se su corazón, en que todos pueden llegar más lejos.
Así que hoy, Felipe, hoy que cumples ese montón de años quiero desearte que cumplas muchos más haciendo que me sienta Garbiñe Muguruza.
Feliz cumpleaños, a mi mejor maestro. A mi mejor amigo.
Pilar