Concéntrese en decir las cosas buenas de los demás y dígaselas.
Benjamin Zander
https://www.youtube.com/watch?v=huNsHvraZP0&t=13s
Con estas palabras acababa una maravillosa entrevista que el periodista Lluís Amiguet hacía a Benjamin Zander. La leí hace más de 10 años.
Benjamin Zander. Nunca antes había oído hablar de él, a pesar de que es el director de la Filarmónica de Boston desde hace “solo” 37 años. Me impactó. Desde entonces leo lo que escribe, escucho lo que dice. Pero aquella entrevista es singular. Desde entonces la cuento en muchas charlas porque en ella se recoge la esencia de nuestro trabajo como docentes. Voy a contarla hoy a mi manera.
Benjamin Zander debió ser un joven apasionado y perfeccionista, como todas las personas que aman su oficio. Ponía el alma en sus conciertos, como tú y como yo cuando abrimos la puerta de un aula, pero las cosas no salían como él esperaba. Hasta que un día comprendió. “La música no la hago yo, la hacen mis músicos”, se dijo perplejo.
Ese día, Benjamin Zander podía haber optado por volver a recordar a “sus” músicos todo lo que hacían mal, todo lo que debían corregir y repetir. Pero no lo hizo. Ese día optó por hacer otras dos cosas.
La primera, decirles lo que había salido bien. La segunda, escucharles.
Y así fue como se produjo el milagro. Primero supo buscar en ellos sus fortalezas, sus acordes armónicos, la música que llevaban dentro. Después, escuchó. Entonces sus músicos empezaron a comentar qué podían mejorar, señalaron con acierto aquello en lo que había que profundizar para que el conjunto sonara mejor. Así fue como se dieron cuenta de que aprendemos desde la convicción de que podemos aprender, de que somos competentes y singulares. De que de mi música depende tu música, y de que juntos podemos ser, también, la Filarmónica de Boston.
La entrevista acaba así:
–Concéntrese en decir las cosas buenas de los demás y dígaselas.
–A veces no puedes mentir.
–Dígaselas y serán verdad.
Las palabras de los padres, y también las de los profesores, cambian la vida de las personas. Somos muchos los que comprobamos cada día que cuando les dices a tus alumnos lo que hacen bien, cuando señalas sus fortalezas, se hacen fuertes. Y enfrentan la vida con otra actitud.
Después, solo hay que escuchar. Y aprender a hacer las preguntas adecuadas.
Es la fuerza de las palabras. Es tu fuerza y es mi fuerza.
Los docentes, las madres y los padres, tenemos una enorme responsabilidad en generar altas expectativas en nuestros alumnos, en nuestros hijos. Realistas sí, pero ¿no se convierte en real lo que te dices que es real?
Las palabras que decimos, las conversaciones que mantenemos cada día, siembran su futuro y llenan de esperanza y de bienestar emocional su presente.
La buena noticia: se aprende y se enseña.
Referencias
Lluís Amiguet: “Sea egoísta: hable bien de sus enemigos” La Vanguardia, 23 de mayo de 2005. Entrevista a Benjamin Zander
Pilar Pérez Esteve. Cocinar conversaciones. https://pilarperezesteve.es/cocinar-conversaciones/
Post anterior: Los profesores cambiamos la vida de las personas.