Sopladores de brasas, con esta metáfora Andrea Giráldez y Christian Van Nieuwerburgh, en su libro Coaching educativo, se representan a los buenos coach, y también a los buenos docentes. Ayer por la tarde, en Madrid, tuve el honor de presentar su libro ‘Coaching educativo” editado por Paraninfo.
Este no es un libro cualquiera, para mí es un libro especial. Aunque no creas que se lee de un tirón, como novelas que te capturan. Esta es una lectura de las de lápiz y papel y rotuladores de colores. Es un libro para pensar, para conversar y para actuar. Para actuar y volver a pensar, a conversar, a estudiar.
Si eres docente, como yo, seguramente has experimentado la emoción que se siente al cruzar la mirada con la de un niño que espera impaciente tu reacción ante un papel que te enseña, un poema que recita balbuceante, un bolsillo repleto de tesoros, una respuesta incierta, una pregunta insegura. En ese momento, en cada uno de esos momentos, tu mirada, tu actitud, las preguntas que le hagas y el modo en que escuches, impactarán en su presente y configurarán su futuro. Tremendo impacto.
Me gusta recordar a la maestra del cuento de Peter H. Reynolds que vio detrás del punto que el pequeño Vashti pintó inseguro, un universo de posibilidades. Y a ese punto, la maestra le puso un marco para que todos pudieran verlo, pero, sobre todo, para que Vasthi lo viera. Ese marco marcó el futuro de un niño que creía que no sabía pintar.
Esa es quizá la gran aportación del coaching educativo: ayudar a formular objetivos propios, a analizar la realidad, a plantear pequeños o grandes pasos para alcanzar esa meta, ayudar a perseverar y a confiar en las posibilidades del otro. Escuchar, conversar, acompañar.
Hay una idea que me ronda la cabeza desde hace mucho y que a veces he compartido con algunos amigos como Andrea Giráldez, Víctor Rodríguez o Miguel Soler. Llevamos décadas investigando el sistema educativo, dedicando ingentes cantidades de dinero y un enorme esfuerzo de mucha gente para averiguar cuáles son las claves de la mejora de la educación (¿El nivel educativo de la madre? ¿El número de libros en una casa? ¿Las expectativas del entorno?…). Años y años reformulando currículos. Investigando sobre metodologías que propician una enseñanza más personalizada e inclusiva. Aprendizaje cooperativo, proyectos de trabajo… Sin duda todas estas investigaciones están cambiando muchas prácticas en los centros y generando un impulso irreversible. Pero, ¿por qué ocurre tan lentamente? ¿Por qué décadas y décadas de sólida investigación educativa no ha producido un cambio real y generalizado en las prácticas de aula? ¿Hay algo que se nos escapa?
No soy tan ingenua de pensar que ahora hemos dado con la piedra filosofal. No hay soluciones simples a problemas complejos. Pero sí pienso que además de actuar en todos los frentes en los que hay que seguir profundizando, quizá habría que atender también al núcleo en el que todo se produce. Mi interior y tu interior. Nuestras creencias más profundas, nuestros comportamientos más arraigados.
Y para que eso pueda darse, lo primero es escuchar. Atentamente, en silencio. Precisamente eso es lo que a mí personalmente me aporta el coaching. Aprender a escuchar y a acompañar.
Así que, como dicen los autores de este libro, intento ser una ‘sopladora de brasas’ y esto precisa conocimiento, buena compañía y mucha práctica, hasta configurar una manera de ser.
Para ello, este libro es una buena brújula.
Pilar Pérez Esteve @pilarpes
Para saber más:
Andrea Giráldez http://andreagiraldez.com/
Christian Van Nieuwerburgh https://www.henley.ac.uk/people/person/dr-christian-j-van-nieuwerburgh/
Peter H. Reynolds (2005). El punto. Ed. Serres. Ver.